Es curioso. Estoy comenzando a implementar el reir PARA no llorar y, en algunos casos, realmente funciona. En situaciones que quizás la mayoría de las personas considerarían importantes a mí ya no se me cae ni una lágrima, pero si, por ejemplo, se me rompe un vaso, lloro océanos. No creo que sea porque le tengo amor inconmensurable al vidrio, mas bien me tiro a la idea de la acumulación de angustia.
Y al final las fechas sólo son fechas. Qué importa si es 4 de agosto o 26 de diciembre, 15 de julio o 21 de septiembre. La movilización emocional no conoce de días ni horas; pero entonces ¿por qué me empeño en recordar? Temía estas fechas, no quería que llegaran jamás, rogaba porque desaparecieran del calendario universal, que jugaran a autofagocitarse... hasta que al final entendí que un 2 o un 30 no cambia absolutamente nada, porque la procesión interna se vive a cada minuto.
Yo odiaba el mate amargo, me resultaba repulsivo y no comprendía a los seres humanos que lo consumían, pero...
En el Hospital de día siempre hay, mínimo, 2 termos. Por lo general uno es dulce y el otro amargo. Yo me rehusaba a tomar mate amargo, especialmente ese que venía de parte de Ariel, al que le encantan las yerbas fuertes y asquerosas. Con el tiempo las charlas con el susodicho se volvieron diarias e interesantes, y a partir de ahí ese tipo de mate, además de amargo, cobró un gusto especial.
Ahora cada vez que tomo mate amargo me acuerdo de Ariel.
Por apróximadamente 2 años mantuve una relación a distancia con Alejandro. Puede que me llamen loca o hasta masoquista, pero estaba enamorada, muy enamorada.
Resulta que el día de hoy hicimos limpieza general del fondo con mis viejos y me tocó tirar las cosas que ya considerara inservibles (difícil, eh... difícil. Para mí todo sirve, siempre). Yo soy como Gerardo, que colecciona... cosas. Tengo interminables colecciones incompletas de figuritas y muñequitos, guardo con recelo papelitos con frases graciosas de tiempos precámbricos, atesoro todos y cada uno de los cuadernos que pasaron por mi vida, junto notas de diarios y revistas para no verlas nunca jamás. Entre tanto chirimbolo encontré el cuaderno que usé para estudiar para el examen de ingreso del Lenguas Vivas y una carta que dice lo siguiente:
Aprobé lengua con 9 y recibí elogios de parte de la profesora de lengua más jodida, la Jefa de Departamento. Esta situación me puso tan pero tan contenta que mis ánimos repuntaron locamente y ahora me siento contenta con la vida, me amigué. Estoy amigada con la vida.
A pesar de eso hoy volvió la melanco, o mejor dicho la nostalgia. Esta vez no voy a dejarme caer, tengo ganas de estar bien. Lo mejor que puedo empezar a hacer es guardar todas las fotos de mi última relación en un cd para no verlas por equivocación, no necesito eso, no lo necesito más.
Empezando el día con una birra después de una tranquilizadora charla con Matías.
Tiene razón eh, tiene mucha razón. Volví a ser ameba, a estar para abajo y a lo mejor la solución es la que él me dio.
Estas fechas me pegan para el orto, tantos recuerdos... qué raro yo añorando el pasado y la gente que ya no vuelve.
Hoy empiezo a tratarme con una nueva psicóloga.
Que me arreglo con la vida, que me desarreglo...
El plan era rendir tres materias, ahora decidí dar sólo una. En realidad no estoy segura de que me vaya a presentar ni a esa.
Volvió el autoboicot, la culpa, la sensación de soledad.
Estoy aprendiendo a dejar de echar culpas. No es 'lo que él/ella ME hizo', es 'lo que él/ella hizo'. Cada uno con sus limitaciones y sus diferentes conceptos de amistad. Este pensamiento me permite sacar una piedra enorme de mi espalda que vengo arrastrando desde hace añares, así que... ¡bien por mí!
Goya: - ¿Lucía madrugó hoy?
Hace unas horas pasé de unos irrefrenables deseos de morir a la celebración de la vida y la risa. Ya van 5 estados anímicos en una noche/mañana/madrugada.
Estoy viviendo la expresión máxima de la bipolaridad y excede a mis fuerzas. Estoy agotada.
No, Goya, Lucía no duerme.
A mis 2 años estuve cerca de la muerte, pero la tragedia sólo me dejó una cicatriz en la cabeza, cerca de mi oreja izquierda. Aunque sueñe extraño, o quizás retorcido, disfruto de cada una de mis cicatrices y sé que el día de mañana lo haré también con mis arrugas. El cuerpo es nuesta historia, hace visibles nuestras vivencias. El tiempo se traduce en piel; elige un lenguaje único e irrepetible. En esas marcas, en cada una de ellas, reina la imperfección, la mismísima cuna de la perfección, y la más hermosa de las historias.
La madrugada me agarra sola y... feliz no es la palabra ni a ganchos, pero digamos que estoy conforme, sin alteraciones. Lo que me da un poco de miedo es el por qué de esta tranquilidad. Hace unos días mi tío me invitó para que el día de ayer fuese a la casa de mi abuela a comer unas pizzas caseras. Obviamente yo acepté, contenta de esta nueva iniciativa de reestablecer vínculos con una persona que yo quise y quiero tanto. Además tendría la oportunidad de ver a mi abuela y tener alguna charla con mi - mecuestadecirlomecuestamecuesta- tía. Siguiendo con la 'dieta' o lo que mierda sea que estoy haciendo, me mostré reacia ante la idea de comer pizza como si no hubiese un mañana (además no soy muy fanática de la pizza que digamos...), pero ignoré esos pensamientos y me dediqué a comer y a repetir porciones sólo por el placer de halagar y pasar una linda noche en familia. A la pizza le siguió el helado, al helado los licores y a los licores unas trufas que mi ...tía hizo especialmente para mí. No comí las trufas porque iba a estallar, pero las traje y están guardadas en la heladera. Dudo tocarlas pronto.
¿A qué carajo vendrá todo esto, no? Estaba algo preocupada por los estragos que causaría en mi metro cincuenta y cinco tanta cantidad de porquerías ingeridas, pero hace un ratito me levanté de la silla, fui hasta el espejo y divisé una clavícula. ¡MI CLAVÍCULA! Pense que ya se había desintegrado y que por eso no se asomaba ni de casualidad, pero está, renació y SE VE. ¡Tantos días de vivir a base de agua, frutas, verduras, mate y cigarrillo sirvieron!
La cosa es muy simpe: yo sólo busco clavícula y huesitos de la cadera. Estos últimos son todo un tema que solucionaré en otro momento, pero reapareció uno de mis huesos preferidos y... por dios, lo escribo y me siento o una imbécil o un aborto de anoréxica.
Recuerdo ese beso en las heridas...
¿Alguien volverá a besar estos rayones imborrables?
Socialmente se considera al fin de año como el momento oportuno para empezar nuevos proyectos, el punto de partida para tener un año productivo y placentero.
No es mi caso.
Yo empecé desde hace rato.
Pasé una noche angustiosa hasta en sueños. Es un poco enredado de contar, pero básicamente había una especie de nivel del Sonic en el que Facu Farolitos me ignoraba a mí y al resto de las personas por una cuestión de manipulación. Raro. Entonces me desperté como vacía por dentro y busqué una explicación, pero no la encontré.
Viernes muy bien 10 con Lichu, fernet, cerveza, gente nueva, gente vieja, mates en casa de gente antes desconocida y a las 10 de la matina casita y química.
Hoy vuelvo al ruedo de la fiesta y mañana, de alguna misteriosa forma, tengo que estar con todas las luces.
No tengo mucho que agregar, sólo que este finde es mi último respiro antes de no existir, o sea, de estudiar como posesa.
Hoy me vine a enterar por el respetable Sr. Nicolás que la opción de los comentarios en este blog estaba chanfleada. Problema solucionado.
Ooooh, AC/DC ayer fue orgásmico! Además me encontré con Poyo y tuve una fugaz amistá con 3 cordobeses gracias a mi necesidad de hablar con cuanta persona se me cruce, así que todo lindo.
Entre ayer y hoy descubrí mi PODEROSA fuerza de voluntad. Pensé que jamás podría decir eso. Si estoy haciendo tantas cosas para mí, para mi salud, para mi bien... ¿por qué no dejar de leer cosas que destruyen mis nervios? A rehacer mi vida se ha dicho, cueste lo que cueste y aunque hoy en día viva con taquicardia tras taquicardia.
¿Y qué más? Ah, sí. Todos mis pantalones me quedan grandes, es una buena, muy buena señal.
Me siento bien.
