Acelere mental.

Pienso en algunas cosas y esas algunas cosas me hacen doler la panza. Dejo el señalador en la página 144, total después puedo seguir, total leo rápido. Un poco de mate y más dolor de panza, pero esta vez nada tiene que ver con lo sentimental, creo. Miro la entrada de Manu Chao a mi izquierda, todavía sigue conmigo. ¿Iré o sólo se convertirá en un recuerdo infeliz? Iré. La tarde se va muriendo y yo ansiosa por ver las nubes. Salgo y hay, hay muchas nubes. Todo es gris y espero el chaparrón nocturno, o sino no sé qué voy a hacer. Me pinto las uñas de rojo. Hace mucho que no me pintaba las uñas. Estoy descuidada y con desgano estético, pero ¿me importa? No, no me importa. Salgo a la calle en ojotas y con el pelo despeinado a comprar dos atados de cigarrillos y quedo debiendo un peso porque aumentaron. Estoy fumando mucho, demasiado. Mi vieja se encarga de recordarme todos los días que voy a morir. 'Sí, vos también te vas a morir', pienso. No estoy muy amiga de la música, no sé por qué prefiero el silencio o escuchar a los pájaros cantar. En esta época del año muchos pichoncitos caen en mi patio, algunos muertos y otros no. A los vivos trato de rescatarlos antes de que mi gata los estruje y después los cuido mientras mamá pájaro se encarga de bajar al patiecito chiquito para darles de comer constantemente. Todavía no encontré ninguno, pero ya va a pasar.