No es sólo el día de la raza.

Mientras el 11 los pueblos originarios conmemoran el último día de su libertad, el 12 yo celebro mi cumpleaños. Hubo penas y glorias, pero por hoy perfiero recordar lo glorioso en vez de las decepciones.
Pasé un día de la raza agradable aunque no todo salió como lo había planeado, pero el punto, el punto más importante, es que salió y me permití disfrutarlo con un poquito de ayuda. Es que, señores y señoras, no me aterra tener un año más en mi haber, sino que me desesperan los preparativos previos a las reuniones o fiestas y, más aún, ser anfitriona.