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jueves, 22 de octubre de 2009

De igual a igual

Me acordé de eso, lo de la muerte igualadora*, y creo que el hospital de día también es igualador. No importa que seas facho, comunista, lesbiana, nerd o ninfómana, todos estamos un poco tocados de la cabeza. Somos los locos lindos.
Hablando justamente de eso, hoy vi el capítulo de Dr. House en el que él está internado en un neuropsiquiátrico y me llené de angustia. Me hace acordar mucho al AB (sector de internación para casos fuleros) y también me ayuda a revivir los gritos desesperados de esa mujer, atada supongo, que no para de gritar desde hace 3 días. Tiene buenos pulmones.
Me molesta que el suicidio sea un tema tabú. La mayoría de nosotros alguna vez experimentamos la sensación de querernos matar, literalmente. Algunos más, otros menos, quizás por el trastorno o enfermedad o simplemente por angustia. Entonces encuentro el hospital como algo liberador. Podemos contar nuestra situación sin reparos como si comentaramos al pasar que hoy nos comimos una medialuna.


*(...)

Nuestra vidas son los ríos

que van a dar en la mar,

que es el morir;

allí van los señoríos

derechos a sé acabar

y consumir;

allí, los ríos caudales

allí, los otros medianos

y más chicos;

y allegados, son iguales

las que viven por sus manos

y los ricos.

(...)

Pues la sangre de los godos

y el linaje y la nobleza

tan crecida,

¡por cuántas vías y modos

se pierde su gran alteza

en esta vida!

Unos, por poco valer,

por cuán bajos y abatidos

que los tienen.

otros que por no tener,

con oficios no debidos

se mantienen.

(...)

Esos reyes poderosos

que vemos por escrituras

ya pasadas

con casos tristes, llorosos

fueron sus buenas venturas

trastornadas;

Así que no hay cosa fuerte;

que a papas y emperadores

y prelados

así los trata la Muerte

como a los pobres pastores

de ganados.

(...)

Pues su hermano, el inocente,

Que en su vida sucesor

Le hicieron,

¡qué corte tan excelente

tuvo y cuánto gran señor

le siguieron!

más como fue mortal,

metióle la Muerte luego

En su fragua.

¡Oh, juicio divinal,

cuando más ardía el fuego,

echaste agua!.

(...)

Tantos duques excelentes,

tantos marqueses y condes

y barones

como vimos tan potentes,

di, Muerte, ¿do los escondes

y traspones?

Y las sus claras hazañas

que hicieron en las guerras

y en las paces,

cuando tú, cruda, te ensañas,

con tu fuerza la aterras

y deshaces.

Jorge Manrique


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