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martes, 13 de abril de 2010

Dispenser de pastillas.

Vuelvo al mundo de los recetarios, los 'contame qué anduvo pasando', los 'tenés que tener horarios' y esas cosas típicamente psiquiátricas. Ni ganas volver a empezar con otro tipo, pero este nuevo tratamiento incluye a la familia, cosa totalmente positiva porque la bipolaridad al ser un trastorno del ánimo afecta, sin excepciónes, a todo tu entorno. Es como una especie de guía para saber qué, cómo y por qué. Qué pasa, cómo se hace, por qué sucede. Seguro mis viejos se van a sentir más aptos para afrontar esta cosa.

Qué choto eso de 'bipolaridad'. Qué choto eso de ponerle nombre, ¿no? Algunas personas dicen que son todas cosas inventadas para que se metan en nuestros bolsillos con promesas de recuperación a largo plazo, pero yo no lo creo. Supongo que no creo porque lo vivo. La cuestión es que considero que 'bipolaridad' es sólo una serie de síntomas generales que necesariamente encasilla (no confundir con 'estigmatiza', palabra tan problemática) a las personas que lo tienen para lograr mejoras. De todas formas las pastillas tapan, tapan y tapan, lo que ¿cura? es el reaprendizaje emocional. En mi opinión no es absolutamente necesario un psicólogo para cumplir ese objetivo, pero es una ayuda más. Hoy en día no me atiendo con nadie, sólo pido recetarios de pastillas y escribo todo lo que me pasa en cuadernos o charlo diariamente con amigos. No es lo mismo, claro, pero ¿quién puede decirme que esa no es la receta? Somos tantos y tan variados... a lo mejor esto es lo que funciona para mí.

'Contame cuál es tu diagnóstico y qué opinás sobre él'.

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