Y al final las fechas sólo son fechas. Qué importa si es 4 de agosto o 26 de diciembre, 15 de julio o 21 de septiembre. La movilización emocional no conoce de días ni horas; pero entonces ¿por qué me empeño en recordar? Temía estas fechas, no quería que llegaran jamás, rogaba porque desaparecieran del calendario universal, que jugaran a autofagocitarse... hasta que al final entendí que un 2 o un 30 no cambia absolutamente nada, porque la procesión interna se vive a cada minuto.
la ebriedad
Hace 1 semana
0 comentarios:
Publicar un comentario